La falta de sueño puede ser la
culpable de esas libras de más. Al mismo tiempo, el aumento de peso y la
obesidad pueden producir falta de sueño o trastornos del sueño potencialmente
letales como la apnea obstructiva del sueño, un problema causado cuando los
músculos en la parte de atrás de la garganta no pueden mantener abiertas las
vías respiratorias. Esto provoca que se detenga la respiración repetidamente
durante el sueño interrumpiendo el tan necesario sueño reparador profundo REM.
Es un círculo vicioso pero hay
razones médicas para este fenómeno, y también remedios.
“Hay dos hormonas importantes
relacionadas al peso y al sueño”, explica el Dr. Timothy Grant, director médico
del Centro del Sueño Baptist en Sunset. “Una es la grelina, una hormona que
aumenta el apetito, le dice qué comer. Y está la leptina que está asociada con
la saciedad, le indica cuando ha comido lo suficiente”.
Cuando hay falta de sueño, estas
hormonas descontrolan el metabolismo del cuerpo. La grenila estimula: Imagínese
dejar pegado el pedal de la gasolina. Al mismo tiempo, se reduce la leptina,
que es la que indica al cuerpo cuándo parar. La combinación de aumneto de
grelina y disminución de leptina significa produce aumento de peso. El ciclo es
frustrante y peligroso e impacta tanto a los adultos como a los niños.
Comenta Grant que, además de la
obesidad y los cambios hormonales, la falta de sueño puede aumentar la presión
sanguínea, producir depresión y letargo, confusión, irritabilidad, enfermedades
del corazón, diabetes, accidentes cerebrovasculares y hasta cáncer. La apnea
del sueño puede aumentar la presión sanguínea durante el día y, en casos
extremos, ser un factor letal como en los casos de los actores John Candy (
Uncle Buck) y Divine ( Hairspray), Grateful Dead, el guitarrista Jerry García y
del jugador del salón de la fama de la Liga Nacional de Fútbol, Reggie White.
Se cree que más de 40 millones de
estadounidenses no obtienen las siete u ocho horas de buen sueño recomendadas
para cada noche. Las personas que sufren privación del sueño, pueden estar muy
cansados para hacer ejercicio durante el día y ayudar a contrarrestar los
cambios hormonales. Estos cambios fisiológicos los llevan a “atracarse” de
comidas altas en grasa, sal o carbohidratos “malos”.
Grant cita la nueva etiqueta,
“jet lag social” o desfase de horario social, relacionado a la privación de
sueño y que es similar a viajar a través de zonas de tiempo que pueden interrumpir
los ritmos internos.
“Todos solemos tener un patrón de
sueño durante la semana diferente al de los fines de semana. Esto es típico en
los adolescentes y estudiantes universitarios que salen por la noche los fines
de semana hasta horas en la madrugada y luego se levantan a las dos de la
tarde. La falta de sueño no se puede compensar. Realmente causa estragos en su
sistema interno”, dice Grant.
Un estudio reciente de la
Universidad de Wisconsin, observó los niveles de hormonas relacionados a la
privación del sueño en 1,000 voluntarios. Los participantes que obtenían menos
de las ocho o nueve horas de sueño recomendadas para las noches, tenían niveles
más bajos de leptina por lo que se sentían menos llenos, y niveles más altos de
grelina, así que ganaban más peso, resultados que confirman lo que los
científicos ya conocen sobre los efectos perjudiciales de la falta de sueño.
Grant también cita un estudio del
2013 sobre cómo la privación del sueño también obliga al cerebro a enviar
señales para comer exactamente los mismos tipos de comida, dulces y grasosas, y
que producen el mayor aumento de peso.
Para este estudio, publicado en
la revista Neuropsychopharmacology, los investigadores de Wisconsin privaron
del sueño a ratas haciéndolas caminar en una máquina de correr en momentos en
que normalmente estarían durmiendo, interrumpiendo así sus patrones regulares
del sueño. Los investigadores compararon las ratas con roedores que hicieron la
misma cantidad de ejercicio pero durante los horarios regulares de estar
despiertos y alimentaron a las ratas hambrientas con una dieta reducida.
Solo las ratas privadas del sueño
mostraron una respuesta contundente en la parte del cerebro que regula los
efectos de las recompensas naturales y las drogas abusivas. Esto disparaba los
opiáceos que “tienden a magnificar los placeres de comer comida basura,
incluyendo dulces y comidas altas en grasa”, dice el autor principal, Dr. Brian
Baldo, en el informe de la Universidad de Wisconsin. Estas ratas ganaron dos y
medio veces más peso que las otras.
En un reciente estudio de
Massachusetts General Hospital for Children y publicado en Pediatrics en el mes
de mayo, se encontraron los mismos resultados entre niños. Los niños privados
del sueño eran 2.5 veces más propensos a estar obesos que aquellos que dormían
un poco menos de nueve horas para niños entre las edades de cinco a siete años,
diez horas para niños entre tres y cuatro, y 12 para los primeros dos años. Los
cambios hormonales en grelina y leptina fueron los mismos que en los adultos,
pero bolsillos de grasa que se depositan en los niños pueden producir aumento
de peso y dificultades para perderlo durante toda su vida. “Hay una clara
asociación que se puede observar en los niños, una relación lineal entre la
falta del sueño y la obesidad”, coincide el Dr. Jesse Reeves-García, director
de la División de Gastroenterología y Nutrición del Miami Children’s Hospital y
quien no estuvo involucrado en el estudio de Massachusetts.
“El problema se triplica”, dice
Reeves-García. “Con la pérdida del sueño se cansan y disminuyen la actividad.
Diferentes hormonas aumentan el hambre y gastan energía en una forma poco
prudente. Están despiertos más tiempo y comen mucho, y lo que comen es malo.
Eso lleva a mayor obesidad, y la peor parte es que la obesidad produce apnea
del sueño que a su vez conduce a un sueño menos reparador”.
Los niños también presentan
hígado graso lo que se puede desarrollar en cirrosis. “Los números asustan: un
32 por ciento de los niños en Estados Unidos en el 2011 estaban sobrepeso; un
17 por ciento estaban obesos y extremadamente obesos entre el cuatro y el ocho
por ciento. Y estos números van en aumento”, dice Reeves-García.
Los resultados de estos estudios
sugieren que interrumpir el reloj interno natural puede producir aumento de
peso. Comer comida grasosa y pesada, que toma más tiempo de digerir, alterará
los patrones del sueño. “Mientras más pesada la comida que ingiera tarde en la
noche, peor será para su salud”, dice Grant.
Entonces, ¿qué hacer?
La cirugía es una opción para
cambiar la forma de la quijada o cortar el tejido blando, como la úvula o
campanilla, que se interpone en la respiración durante el sueño. Pero la
cirugía, generalmente, no es efectiva para la mayoría de los pacientes que
sufren de apnea del sueño, dice la Dra. Belén Esparis, directora médica del
Centro de Trastornos del Sueño del Centro Médico Mount Sinai. “Solo un 40 por
ciento de estas personas tendrán mejoría, no significa que se curarán de la
apnea. Se mejoran. Pero no se curan”.
Muchos pacientes serán referidos
a un centro del sueño como los que hay en Baptist, Mount Sinai y la Universidad
de Miami. Estos centros de atención ambulatoria ofrecen tratamientos para la
apnea del sueño, la narcolepsia, el insomnio, el síndrome de la pierna inquieta,
las alteraciones del ritmo circadiano, los trastornos de comportamiento REM y
otros problemas relacionados al sueño.
Luego de recibir un referido del
médico, los pacientes se inscriben en el centro del sueño, como en un hotel,
para la estadía de una noche. Los pacientes son conectados a computadoras a
través de cables y almohadillas que examinan áreas como la respiración, el
oxígeno en sangre y el movimiento de las extremidades durante el sueño. Los
técnicos analizan los resultados y se formula un plan de tratamiento.
A menudo se recomienda una
máscara CPAP (presión positiva continua en vía aérea), que es un dispositivo
portátil que envía dosis medidas de aire a las vías respiratorias para
mantenerlas abiertas. “Cada vez son más livianos y más pequeños. Han
evolucionado mucho en los últimos diez años”, dice Esparis.
La disciplina puede mejorar mucho
la salud relacionada al sueño. Trate de mantener una dieta adecuada, haga
ejercicios regularmente, establezca una rutina a la hora de acostarse (por
ejemplo, apagar todos los dispositivos electrónicos una hora antes de dormir y
limitar el uso de la televisión y el video para los niños).
“Para los pacientes obesos,
también se recomienda la pérdida de peso”, dice Esparis. “He tenido pacientes
que han perdido una cantidad significativa de peso y eso ha tenido un efecto
curativo por lo que no han necesitado continuar utilizando la máquina CPAP.”
“Para algunas personas es un
tratamiento para toda la vida, como la presión sanguínea alta. Tiende a ser una
condición crónica. Una forma de romper el círculo vicioso es normalizar el
metabolismo”, explica Esparis.
Fuente: www.elnuevoherald.com
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